jueves, 19 de junio de 2014

gesto atrevido el que utiliza Matias Zavala al desafiar la representación misma, yendo más allá de la copia y el significado, capturando directamente aquello que lo rodea, asfixiando cada partícula. Toma su tela, la coloca cual capa sobre los hombros de los elementos, y les arranca de la espalda aquello del orden de la matérico que les pertenecía y ya no. Vilmente se apropia del aire de las cosas, le quita su oxígeno, las ahoga. El lienzo le roba su vida. La cosa renace en la tela. Se vuelve real aquello que antes sólo atinaba a ser representado.

es la tela la bandera de este artista que opera directamente sobre el mundo, sin mayores mediaciones, con actitud desfachatada e imprudente. El lienzo va tomando la forma a medida que se envuelve entre los objetos; la operación se invierte, y son las cosas las que dominan el trazo de lo plástico. Es el azar arrojado en la tela, es la cosa por la cosa misma, es la captura del espacio lo que discurre entre los trapos.

el escenario de la entrega a Matías Zavala no lo asusta; por el contrario, lo seduce. Es la sorpresa de lo fortuito que golpea a la puerta en cada obra, en cada momento de creación. Porque la fuerza está en el proceso de arrancarle al mundo aquello que tenía, y llevarlo al nuevo mundo de la tela sin más herramientas que la violencia del arrebato.

O2 es aquello que nos rodea y lo tomamos para vivir. Sin pedir permiso. Con naturalidad y constancia. Las obras de Matías Zavala necesitan para vivir de aquello que le circunda. Y lo toma. Lo asfixia con sus telas, y renacen en ellas nuevas formas, nuevos mundos.